Hace unos días vengo dandole vueltas a la idea de la posmodernidad, exactamente desde el momento en que me dijeron que la posmodernidad estaba en el medio de la calecita de la plaza del pueblo pacato en el que vivo.
Pero más que la idea de posmodernidad, lo que me ha dejado pensando en estos tiempos es reconocerme a mi mismo como un sujeto posmoderno. Yo que siempre admiré y me esmeré para tener todas las cualidades de un intelectual de la modernidad (entendida como la etapa que va desde la revolución francesa a la caída del muro de Berlín), de golpe y porrazo me encontré con que me asemejo más a un posmodernista. Esto es, en criollo puro y llano, tocar de oído en la mayoría de las cosas pero presumir de conocedor en profundidad, admirar elementos de la alta cultura pero regocijarse con cosas pertenecientes a lo más chabacano del arte pop, con una postura snob y hablando al paso y sin masticar de Perón, Foucault, Miranda, Tinelli, el fútbol, la televisión, Nazarena Velez, el Cuarteto de Nos, Cucurto, García Márquez, la Educación, Galeano, Capusotto, un par de tetas, los blogs... y todo, todo, sin sonrojarme.
Y saben qué?, me gusta.
2 comentarios:
Ud. está obsesivo. Y además es escéptico como corresponde a un posmo que se precie. ¿Qué capacidad tiene la internet para soportar nuestra información? ¿Hasta cuándo resistirán las mentes sin mutar o estallar en pirotecnia colorida? Todo tiene valor, entonces nada lo tiene. Esta es mi resignada conclusión.
Posmodernidad, concepto lleno de matices y confusiones...creo que el autor que mejor lo relata es Gilles Lipovetsky.
Saludos
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